Sabemos que como buen hombre Esquire, eres un ser inquieto, amante de la buena mesa y de la buena bebida, pero quizá muchas veces no sabes todo lo que desearías sobre ello. Es más, puede que no sepas apenas nada pero te de flojera asistir a cursos de cata o no tengas tiempo para ello, por mucho que te gustaría poder hacerlo.
No te preocupes, desde aquí queremos ser tu pequeño salvavidas para que aprendas los conocimientos básicos cuando te sientes frente a una copa de vino. Quizá también te conviertas en el galán con el que todas sueñan, y por qué no, en breve, en todo un experto sommelier vinícola.
Vamos a compartirte una serie de claves básicas para que te acerques al mundo del vino sin miedo y conozcas de él un poquito más. Seguro que después, lo amarás incluso más.
Vas a catar, fuera el perfume
Aunque es muy drástico, es casi una necesidad cuando te acercas al mundo del vino casi por primera vez. El perfume, y cuanto más intenso peor, distorsiona los verdaderos aromas que afloran de la copa. No te sientas excluido, las mujeres en una cata deben desechar el labial también, para no confundir matices.
La vista
Bien, despojado de todo elemento externo: relájate y disfruta. El primer paso para catar un vino es a través de lo que ves. Es importante que conozcas este paso, porque a través de los ojos descubrirás mucho del caldo que vas a degustar. Si estas en casa, recuerda que debes mirar tu copa sobreponiéndola a un folio o mantel a ser posible blanco. Sirve unos tres-cuatros dedos de vino, no llenes la copa porque no podrás moverla, y deja que repose un momento.
¿Cómo mirar?
Toma tu copa por el tallo y la base (nunca lo hagas por porque calentarás el vino), inclínala sobre el folio o mantel y comienza a apreciar los colores que ves. Notarás que el llamado ribete que rodea al vino tiene un color diferente, ahí descubrirás qué grado envejecimiento tiene. Los vinos jóvenes suelen tener un color más vivo en su conjunto, y a medida que envejecen, el color también lo hace.
Si mueves el vino en tu copa, verás que las paredes se impregnan y el vino desciende en forma de gota, son las lágrimas que te van a descubrir el grado alcohólico. A mayor densidad, mayor concentración de azúcar y graduación.
El olfato
¡Para! No, todavía no lo muevas. La fase olfativa de una cata tiene dos etapas, a copa parada y en movimiento. ¿Por qué? Muy sencillo, a copa parada descubrirás los aromas primarios o varietales (procedentes del fruto), pero a medida que mueves las copa en círculos, irás abriendo el vino y notando como crecen los matices en nariz. Ahí es cuando aparecen los segundarios (procedentes de la fermentación) y terciario (procedentes del envejecimiento en barricas). Un buen catador no nace, aunque tenga aptitudes, se hace y cuanto más practique, más apreciará los aromas.
Recuerda que todos tenemos una memoria olfativa diferente, unos recuerdos, unos aromas que nos trasladan a situaciones de nuestra vida. Cuanto más se ejercite, más se descubrirá. Un consejo: hazte con una caja de aromas para identificarlos en tus catas.
El gusto
Sí, por fin puedes probarlo, pero recuerda que estás catando y no bebiendo, hay una gran diferencia. Cuatro son los grandes sabores: dulce (en la punta de la lengua), ácido (en los laterales), salado (en los bordes) y amargo (parte posterior de la lengua). En una cata el vino se toma a sorbitos pequeños, dejando que entre en boca suavemente, moviéndolo en ella durante 3-4 segundos para que resalten los aromas y escupirlo.
Cuando estés en un restaurante y elijas el vino, el sommelier servirá una pequeña cantidad en tu copa para que des tu aprobación. Observa, descubre los aromas y saborea, ya eres capaz de dar el sí o el no.
¡Lección superada!
Fotografía: Shutterstock