Seguramente has escuchado a ese amigo, macho alfa, quejarse porque su cerveza se quemó y, además, responsabilizar del mal trago (literal) al calor. Bueno, no se lo vayas a echar en cara, es una creencia muy generalizada, sin embargo, errónea. Aquí tenemos la respuesta a la añeja pregunta: ¿por qué se quema la cerveza?
Como ya te lo contamos, el villano número uno siempre fueron los cambios de temperatura. La idea de que si enfriabas la cerveza y luego la dejabas calentarse de nuevo, ésta se echaba a perder. Pues no, la cerveza se quema debido a la luz.
Ojo, esto no quiere decir que puedes dejar de prestar atención a la temperatura. La cerveza, como la leche, se mantiene mejor refrigerada. Esto quiere decir que si una cerveza la tienes a temperatura ambiente o, peor aún, la calientas, simplemente acortarás su tiempo de vida, pasando de seis meses a un par de semanas. Sin embargo, lo peor que puede pasar si te tomas una cerveza echada a perder es que te sepa mal, pero no te va a hacer daño.
¿Por qué se quema la cerveza?
Entremos en materia. La American Chemical Society dio a conocer que “cuando el lúpulo se hierve para hacer cerveza, libera compuestos químicos llamados alfa-ácidos. Son amargos por sí solos, pero cuando se exponen a la luz solar se descomponen e interactúan con otras moléculas en la cerveza para producir una molécula que es casi idéntica a la del oloroso spray de un zorrillo”.
La ACS agrega que la cerveza caliente puede arranciarse más rápido, pero no se quemará. El que una cerveza se queme tiene que ver con el sol, razón por la que la mayoría de las cervezas se venden en botellas de vidrio oscuras o en latas. Si una cerveza viene en una botella de vidrio transparente, probablemente se elaboró con un lúpulo modificado químicamente en vez del normal, pero aún así puede quemarse.
EN CONCLUSIÓN: no importa qué cerveza sea tu favorita, mantenla en la sombra y, de preferencia, dentro del refrigerador.
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