En la opinión de Claudia Rodríguez Acosta, psicoanalista
Calmar la mente en medio de una realidad llena de exigencias, caos e ideales inalcanzables puede resultar muy complicado, si bien cierta dosis de “intranquilidad e incomodidad” es esperada para echar a andar la vida, cuando estas sensaciones son demasiado intensas, resultan invasivas y paralizantes. Hay muchas formas de calmar la mente, para cada quien es efectiva alguna de acuerdo a sus necesidades, creencias pero también a su grado de displacer.
CONSEJOS PARA CALMAR LA MENTE ANTE EL ESTRÉS
A lo que voy es que cuando el grado de ansiedad, tristeza, miedo o enojo es excesivo, ni los ejercicios de respiración, ni la meditación, ni hacer ejercicio pueden resultar eficaces. Entre más intensa sea la emoción displacentera, más necesario será recurrir a un profesional (psicoterapeuta e incluso psiquiatra) que ayude a bajarla. Además, cualquier técnica requiere de entrenamiento, constancia y paciencia, ojalá hubiera recetas mágicas para tranquilizarse, pero no es así.
En esta ocasión haré mención de algunos ejercicios que pueden ser útiles cuando hay sensaciones y emociones que incomodan. Son ejercicios sencillos que ayudan a darle sentido a “eso” que nos pasa y que no entendemos. No son soluciones mágicas ni aplicables a todos, simplemente son sugerencias que en muchos casos permitirán calmarse y ver la realidad desde otra perspectiva.
- Identificar ideas irracionales, esto es, sentarte o quedarte a solas en un lugar en el que puedas identificar todas las ideas catastróficas que pasan por tu mente. Repasarlas y preguntarte si eso que tanto te agobia corresponde a la realidad, es decir, qué tan probable es que suceda. En caso de que sí sea muy probable, es recomendable pensar en qué alternativas de solución existen, esto es, ocuparte en actuar y no sólo en seguir pensando. Es mejor estar agobiado y actuar, a estar agobiado y quedarse paralizado.
Por otro lado, respecto a las ideas que no correspondan a la realidad tal vez te sirva saber que casi nunca se vuelven realidad y que más bien esa intranquilidad es obra de tu mente.
- Tiempo fuera. Tomar cinco minutos para dejar lo que estás haciendo y cambiar de actividad por un momento, por ejemplo, hacer ejercicios de respiración, o hacer alguna actividad que disfrutes y que no implique gran planeación, por ejemplo, salir a caminar, salir a una terraza a observar el cielo, hablar con un amigo, escuchar alguna canción, o simplemente sentarte y cerrar los ojos sin esforzarte por pensar en algo en específico. El objetivo de esto es interrumpir las ideas que te invaden, que te hacen sentir agobiado y que ya vimos que pueden ser completamente irracionales.
- Revisar tus expectativas. Gran parte de la tensión emocional proviene de expectativas que a veces no corresponden a la realidad. Repasa lo que crees que te tiene tan agobiado e identifica si aquello que quieres lograr está demasiado lejos de la realidad. También identifica si lo que has logrado es suficiente o no para ti y el porqué, cuando tenemos ideales demasiado altos podemos vivir en un estado de frustración y agobio constantes.
- Repasa mentalmente cinco situaciones de tu vida por las que te sientas agradecido. Piensa en aquellas personas, logros, momentos y situaciones que has vivido o que vives y que te hacen feliz. Enfócate en todo eso y piensa qué tanto peso tiene esa parte positiva en tu vida, ¿es suficiente para disminuir el malestar?
- Identifica mentalmente en qué situaciones se activan esas sensaciones y sentimientos que te abruman, ¿ya lo has sentido antes? ¿cuándo fue la primera vez? ¿en qué momentos se repite? Si identificas un patrón de repetición es porque tu agobio está relacionado con momentos de tu historia que tal vez apenas empiezas a identificar. Si es así, puede ser que valga la pena tomar psicoterapia para seguir investigando el origen de tu malestar.
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