En la opinión de: Claudia Rodríguez Acosta, psicoanalista
Ser despedido de un trabajo es un evento que mueve internamente a cualquier persona, aunque sea algo ya esperado e incluso deseado. Cada circunstancia es diferente, habrá casos en los que el despido sea repentino y violento, en otros, habrá acuerdos y se respetarán aspectos legales y administrativos. Las circunstancias harán la diferencia, ya que no es lo mismo salir por la puerta grande, sintiéndose respetado y valorado, a irse sintiéndose violentado.
El ser despedido de un trabajo, es eso, una despedida, implica una pérdida, se pierde un lugar, un sueldo, una rutina, etc. Lo menciono porque puede pasar que la persona sienta alivio de no estar más en cierto ambiente que le resultaba nocivo, pero el impacto económico al dejar de recibir un sueldo puede ser motivo de preocupación.
No podemos generalizar qué reacciones son esperadas cuando se pierde un trabajo, en algunos casos, el despido removerá sentimientos de incapacidad y minusvalía, surgirán preguntas e ideas relacionadas con la culpa: ¿Por qué a mi?, ¿Qué hice mal?, siempre me pasa…predominarán la tristeza y/o la angustia.
También, se puede sentir enojo, rabia, confusión, esto surge, sobre todo en casos en los que el despido es injustificado, o bien cuando no quedan claros los porqués.
Reacciones al despedido de un trabajo, hay muchas, son tan variadas como lo somos los seres humanos, lo que no hay que perder de vista es que un evento de este tipo es un disparador de conflictos internos antiguos, es decir, en algunos casos se remueve la depresión que ya se venía arrastrando y que tal vez no se tenía tan identificada. La depresión post despido puede ser :
- Más bien un duelo, resultante de la pérdida, y en este sentido, se asimilará a corto o mediano plazo. Se aceptará y se podrá tener nuevamente el ánimo y disposición para buscar y encontrar un nuevo empleo. Como en todo proceso de duelo será necesario tiempo para superarlo.
- Puede ser más bien una depresión antigua disparada por el evento actual del despido. En este caso es más difícil superarla, ya que el tema principal no es el despido, sino aquello que éste reactivó.
En ambos casos es recomendable:
- Identificar sentimientos y pensamientos; expresarlos: hablando, llorando, escribiendo, o simplemente repasándolos mentalmente.
- Reflexionar sobre las causas del despido, preguntándose qué hice o dejé de hacer para que esto sucediera. Sin culparse ni torturarse, sino pudiendo analizar la situación para sacar provecho de ésta.
- Pensar si este estado emocional ya se tenía y se agudizó con el despido, o si es nuevo.
- Darse tiempo (no demasiado) para asimilar la pérdida, descansar, organizar la nueva vida.
- Saber que hay más opciones, buscarlas, insistir hasta encontrar un nuevo lugar. Para lograrlo se requiere tenacidad, disposición y proactividad.
- Si está resultando muy difícil superar el evento del despido o encontrar un nuevo empleo, valdría la pena preguntarse qué está pasando con uno mismo, qué está bloqueado dentro de uno, qué se pude hacer para lograr un resultado distinto. En este sentido es recomendable acudir con un profesional que ayude a descifrar los bloqueos personales.
Y hay que recordar que, si bien la realidad y las circunstancias externas pueden ser adversas, aún así, lo importante es preguntarse por las adversidades y bloqueos dentro de uno mismo. Opciones siempre hay, el punto es querer encontrarlas, con todo el trabajo, paciencia y esfuerzo que eso implica. El despido puede ser un disparador de la depresión, o, un empujón para moverse y crecer.
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