En la opinión de Claudia Rodríguez Acosta
El amor es un enigma, ya que nunca son claros por completo los caminos que nos llevan a amar a tal o cual persona, pero ¿cómo saber si es amor?.
El padre del psicoanálisis, Freud, da cuenta de un complejo sistema psíquico en el que todo encuentro amoroso es en realidad un reencuentro, esto es, dicho de una manera muy banal, que nuestras «elecciones» de pareja y amistosas, no son en realidad elecciones, ya que están hechas desde lo profundo del inconsciente, sin que únicamente intervenga la voluntad y están determinadas por huellas vivenciales que quedaron marcadas desde nuestros primeros años.
¿CÓMO SABER SI ES AMOR?
En este sentido, el amor es una vivencia que se experimenta desde el inicio de la vida y que se manifiesta de una forma muy diferente en cada persona, dependiendo de sus primeras experiencias. Habrá para quienes amar implique cuidar y escuchar, mientras que para otros signifique poseer y celar.
Para muchos el amor se demuestra con dinero y para otros con tiempo de calidad. Para unos más el amor de pareja es cosa de dos y para otros no importa tanto si hay un tercero en discordia siempre y cuando el amado o amada no se vayan. El amor infantil más primitivo es posesivo y egoísta, es demandante y exigente, un amor así puede seguir vigente en la vida adulta, llegando a límites violentos.
A lo que se aspira es a que aquella relación de absoluta dependencia y exigencia, propia de un bebé con su madre, se vaya complejizando y haciéndose menos narcisista. Solo así, se podrá acceder a un tipo de amor más maduro, más empático y responsable.
Doy toda esta introducción ya que los indicadores para saber si estamos o no enamorados, van a depender de nuestra forma de amar y sobre todo, de la manera en la que hemos sido amados. El enamoramiento es un estado inicial de idealización, en el que vemos al otro como aquel que seguramente nos hará felices, es un estado en el que toda nuestra energía se pone en ese ideal incluso renunciando a nosotros. Por ejemplo, cuando alguien está enamorado puede permitir cosas o hacer cosas que en otro momento jamás haría ni permitiría.
El enamoramiento en ese sentido es pasajero, intenso, es un estado de ilusión. Cada quien lo vivirá con diferentes matices, dependiendo de su historia. En algunos casos la persona se enamora fácil, intensa y rápidamente. En otros, este estado ideal se vive como algo que se siente pero de manera muy controlada, sin permitirse «dejarse ir»; en algunos otros casos, este estado implica angustia y alejamiento, como si la persona no pudiera tolerar tanta cercanía e intensidad.
Hay tantas formas de amar y de enamorarse como personas en este mundo. Lo que aplica para todos es que enamorarse implica un cambio, una sensación diferente de bienestar y felicidad, implica mucha energía psíquica puesta en la persona amada, un gran deseo de estar junto al amado y de ser igualmente amado por él.
Y sobre todo, en el enamoramiento le brindamos un lugar especial a quien amamos, nos pueden gustar muchas personas, nos pueden parecer interesantes, inteligentes o deseables; sin embargo, el enamoramiento es otra cosa, ya que más allá de los atributos positivos reales, la persona amada automáticamente tiene un lugar especial, sin que sepamos decir los porqués, incluso sabiendo racionalmente, que tal vez no es la mejor opción.
Así funciona el enamoramiento, es lo menos racional del mundo, es un engaño que nos permite pensar que el otro nos completará. Si todo sale bien, pasará la idealización y se podrá construir una relación más real.
Al sentir que estamos enamorados es importante identificar si ese estado nos hace bien o no, si somos correspondidos de la forma en que queremos o si más bien, tenemos experiencias en las que enamorarnos ha sido sinónimo de sufrir más que de disfrutar.
Si bien el amor siempre implica decepción, hay que preguntarnos qué tanto nuestras experiencias amorosas han estado marcadas por el dolor, el engaño, la confusión o la violencia. Un amor adulto no tendría por qué ser así, mucho menos en la etapa inicial de enamoramiento. En esos casos habrá que ver qué pasa con nosotros.