Opinión de : Claudia Rodríguez Acosta, psicoanalista
El cuerpo es una idea, con esto me refiero a que lo único que sabemos de aquel conjunto de huesos, músculos, órganos, etc. que nos sostienen, es la idea que nos hemos formado sobre nuestra imagen. Esta mirada se construye y reconstruye durante toda la vida, tiene sus cimientos en la infancia más temprana y puede contribuir al fortalecimiento de la autoestima y confianza en uno mismo, o bien, puede ser una mirada destructiva y sádica, el cual puede ser llamado body shaming.
El body shaming no sólo implica criticar agresivamente a los demás por su apariencia, sino también, hacerlo con uno mismo. Por lo general, se cree que esto es una cuestión principalmente femenina sin embargo, la vergüenza y devaluación del cuerpo es un asunto que no sólo concierne a un sexo. En el caso de los hombres, la preocupación por el cuerpo cada vez es más común, anteriormente, el sexo masculino estaba más puesto en tener poder y dinero, esto no quiere decir que ya no, sino que cada vez es más frecuente que hombres y mujeres aspiren a un ideal en todos los sentidos: físico y emocional.
El hombre ya no tiene que ser “feo, fuerte y formal”, como decían las abuelitas, ahora, tiene que verse bien, tener un cuerpo estético, vestir a la moda y traer accesorios de marca que demuestren su estatus y su valor como persona.
La cultura que aspira a no sufrir, a no envejecer y a no enfermarse, impacta también en el hombre. Los ideales se han convertido para muchos, en mandatos sociales que hay que cumplir a costa de lo que sea. Ahora el varón también tiene que “lucir bien”, de acuerdo a estándares de belleza determinados por una sociedad. Si bien no a todos les afecta, cada vez es más común encontrar hombres con una autoestima frágil, con una idea de si mismos muy pobre, con un culto por el cuerpo que los hace entrenar y comer obsesivamente o gastar dinero que no tienen en ropa que los haga sentirse valiosos. El problema no es el cuerpo, sino la idea que se tiene de él y lo que esta idea provoca: malestar, inseguridades, tristeza, enojo.
Al estar inmersos en una sociedad y vivir una época que le rinde culto a la imagen y al estatus, es muy difícil construir una imagen valiosa de uno mismo, ¿Por qué? Porque a lo que se aspira es a algo inexistente: la perfección.
Entonces, lo único que podemos hacer, es estar conscientes de que avergonzarnos de nuestro cuerpo tiene que ver con un sentimiento interno de minusvalía, de no ser suficientes y por lo tanto, de no ser amados ni valorados. Esto sólo se puede cambiar con un trabajo personal profundo.
El ejercicio, las cirugías, los cambios de dieta y la ropa, ayudan, e incluso pueden contribuir a mejorar la salud, pero también maquillan por un rato la inseguridad y la vergüenza. Éstas sólo se pueden modificar investigando en lo más profundo de cada uno, cuáles son las causas de sentirse tan carentes de amor propio y con ello poder enfrentar al body shaming.
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